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El profeta Isaías nos invita a nosotros y a 'todas las naciones' irnos a "la casa del Señor," el lugar donde Dios habita (Isaías 2:2). Para los israelitas ancianos era el tabernáculo, luego el templo. Para nosotros el lugar donde Dios habita puede ser la iglesia, o el mundo natural, o las profundidades de nuestros corazones. A este lugar tenemos que volver para aprender a vivir bien.