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"Oh Señor, Dios de los ejércitos, restáuranos," grita el salmista tres veces, "haz resplandecer tu rostro sobre nosotros y seremos salvos." Hay muchas fuentes de dolor y sufrimiento, pero sólo hay una fuente de vida y paz. La clara llamada del Adviento es volvernos y encontrarnos nuevamente en la luz de la cara de Dios, restaurados a la plenitud de vida por Él que esperamos.