Si reconoces tu pecado, si reconoces tu necesidad para amor y orientación, si reconoces que tu vida falta la alegría y abundancia que Jesús está ofreciendo, acepta su invitación y toma tu silla en la mesa para comer, beber, y tener fraternidad con Él. La aislación que estás experimentando es causada por tu resistencia vivir en la vocación que has sido llamado tener como hijo u hija de Dios.
