Las siete prácticas del Camino del Amor se interconectan a menudo. A la práctica Ir, agregamos palabras con frecuencia. Ve y predica.Ve y sirve. Ve y escucha. Ve y alaba. Ve y ora. En nuestros caminos de fe siguiendo a Jesús, hemos de encontrar la valentía de ir más allá de nuestras comunidades y relaciones cómodas a lugares desconocidos. Hacer ese trabajo requiere práctica; no conozco a muchas personas que florecen cuando están empujados hacia situaciones desconocidas.
Caminando por el camino a Belén con María este Adviento, ¿qué parece y suena diferente? ¿Qué ves y escuchas que es lo mismo como lo recuerdas? Muchos de nosotros hemos tenido que cambiar como navegamos nuestras vidas cotidianas. Muchos de nosotros no estamos yendo por aquí y por allá. Para algunos de nosotros, estamos en un camino espiritual, o como la autora y abogada de justicia social lo llama, un camino hacia el corazón. Yendo dentro, encontramos oscuridad y luz, luz y oscuridad, como María y Jesús encuentran cuando su hora de parto se acerca.
Lo que les digo en la oscuridad, díganlo ustedes a la luz del día. Luz y oscuridad se asocian con características positivas y negativas. En nuestra sociedad, podemos adjuntar definiciones singulares a uno u al otro, como el acercamiento extremadamente simplista de llamar la luz “buena” y la oscuridad “mala.” Hemos visto cómo ese pensamiento se desarrollo, y podemos profundizarnos. Un bebé florece en la oscuridad del vientre de su madre; en la oscuridad, recibe todo que necesita. Podemos crecer y florecer en la oscuridad, como semillas sembradas en buena tierra.
En el camino de mi corazón este Adviento, estoy cruzando la barrera que dice la luz y la oscuridad son blanco y negro. Cuando Dios eligió traer la luz del mundo a la tierra en una noche en Belén en el vientre de María, Dios lo hizo claro que la luz y la oscuridad no pueden existir uno sin el otro. Demasiado de uno y poco del otro marchita y destruye. Profundizarnos en nuestros corazones pueda resultar en la necesidad de brillar una luz en grietas no vistas y desconocidas. Sólo podemos hacer esto después de tomar tiempo ajustar nuestra visión a la oscuridad para ver lo que nuestro corazón ha escondido, para que, cuando las luces se encienden y nos dejan sin vista por un rato, recordemos dónde mirar.