Dios nos ha enviado “llevar la buena noticia a los pobres; me ha enviado a anunciar libertad a los presos y dar vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos.” Aún sugirió Jesús, “Vengan, vamos nosotros solos a descansar un poco en un lugar tranquilo.”
¿Qué envuelta mi descanso? ¿Estoy descansado, aún agotado, de tener el Espíritu de Dios sobre mí, de seguir y ser enviado? ¿Merezco este descanso? ¿Este lugar tranquilo? ¿Aún aquí descansando, estoy anticipando despertándome para actuar con compasión?