Imagina un plano horizontal sosteniendo toda la creación, y al centro de todas las cosas, el resplandor de Dios, posándose en todas las cosas, contemplando todas las cosas, sabiendo todas las cosas. Nosotros, también, estamos en el plano, trabajando de mantener nuestros ojos fijados en este centro, acercándonos a la Fuente y unos a los otros con cada paso. Pero muchas veces -- ¡todo el tiempo! -- removemos nuestros ojos de Dios; nos distraemos, nos caemos, nos aburrimos y nos conformamos con deseos egoístas, idolatrías innumerables, y participación en sistemas que nos llevan de Dios y de los demás. Ya es hora CAMBIAR para volvernos a Dios, preparando nuestros corazones y fijando nuestros ojos en el Santo.