#PROMESA

November 28, 2021

El Adviento es, por supuesto, una temporada de expectativas esperanzadas, perseverando hacia la promesa. Se podría decir que toda la vida trata de las expectativas esperanzadas, perseverando hacia la promesa, a pesar del camino largo y duro que enfrentamos. En efecto, a lo largo del relato bíblico y la historia de la iglesia, nos encontramos con personas fieles aferrando a la esperanza, a veces por un hilo delgado, aferrando a una promesa muy alejado de su realidad dura.

Algunos echaron un vistazo de algo glorioso mientras luchaban. Como proclamó Martin Luther King Jr. antes de ser asesinado: “He visto la tierra prometida.” Como Moises antes de él y demasiados durante toda la historia, Dr. King no presenciaba la realización de esa promesa. Pero si echó un vistazo, y en su vida, compartía un sueño de justicia e igualdad y oportunidad para los hijos de Dios… para TODOS los hijos de Dios. Aferraba a la esperanza, negando de vacilar, y urgía a otros hacer lo mismo.

A veces, es difícil de continuar a ver la promesa mediante la niebla que nos envuelve, la tormenta que nos persigue. La vida puede ser muy difícil y las fuerzas de oscuridad tan abrumadoras, y es comprensible que podemos ser tentados a renunciar, a soltar la esperanza, a soltar el sueño. Pero todavía, como nota el salmista, incluso en «el más oscuro de los valles,» no estamos solos; el Pastor nos acompaña. Nuestra canción es “O ven, o ven, Emmanuel” precisamente porque nos atrevemos a creer en Emmanuel, Dios con nosotros. Y si Dios realmente está con nosotros, Dios está con TODOS nosotros. La promesa perdura. La esperanza — el sueño — permanece seguro… a pesar de la niebla y la tormenta, a pesar de la tormenta.

Como profeta y constructor de puentes en Sudáfrica durante el régimen malvado del apartheid y en los años desde entonces, el arzobispo Desmond Tutu ha dicho: “Tus hechos ordinarios de amor y esperanza señalan la promesa extraordinaria que cada vida humana es de valor inestimable.” Por nuestros hechos pequeños y aparentemente insignificantes de bondad y cuidado cada día, nos comprometemos otra vez a la promesa. Hablando alto y poniéndonos en pie por los que están silenciados y marginados, proclamamos que rehusamos vacilar en nuestra esperanza de la promesa.

La promesa de un mundo que es la Comunidad Amada es real y verdadera, y somos sus embajadores, heraldos del Camino del Amor, por el amor de Dios, y por el amor de TODOS los hijos de Dios.

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