La compasión es costosa. En un mundo de agitación y dolor, es fácil sentir lástima por los que sufren. Pero la compasión es diferente que la lástima. La lástima es un sentimiento; la compasión es una acción. La compasión llevó a Jesús a nuestro mundo para experimentar nuestras alegrías y dolores, nuestra vida y muerte. La compasión es cómo Jesús efectuó nuestra salvación. La compasión nos llama también, como el Cuerpo de Cristo, a vivir junto a a los demas en solidaridad – a entrar sus experiencias y trabajar para transformar vidas con el amor de Dios que ha sido derramado sobre nuestros corazones en Cristo Jesús.