Muchas veces en las escrituras, personas “avivadas” indican conflicto y disidencia (ej. Hechos 6:12 y Mateo 15:11). Pero yo siempre pienso en las aguas avivadas de Betzatá que eran un lugar de sanación y esperanza en los tiempos de Jesús. ¿Qué pasaría si nuestras almas y nuestros espíritus fueran avivados como las aguas de nuestro bautismo, transformando lo que es tranquilo sino apático en energía y vigor renovados? ¿Qué en tu fe necesita ser avivado durante esta temporada de preparación? ¿Cómo estás llamado a avivar la Iglesia?