Cuando mi hijo y mi nuera nos dieron a mi esposa y a mí la noticia de que iban a tener un bebé, nuestro entendimiento de las generaciones explotó. La línea que nos conectaba con nuestro hijo y nuestra nuera ahora se había extendido un nivel más, conectándonos con ese bebé. La historia de ese bebé en desarrollo ahora estaba conectada con una historia más amplia, de todas las generaciones anteriores, entretejida con la presencia de Dios a través de los altibajos de la vida, momentos de lágrimas, danza, misericordia, fuerza, ayuda. Y nos unimos a esas generaciones cantando nuestra canción: “Mi alma alaba la grandeza del Señor; mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador.”