“Dios todopoderoso, te suplicamos que purifiques nuestra conciencia con tu visitación diaria…”
Así comienza la colecta para el cuarto domingo de Adviento. Se nos exhorta a abrir espacio en nuestro corazón, mente y el alma para la gracia de Dios, para que hallemos fortaleza y valentía para volvernos purísimos como el cristal ante la vista de Dios. ¿Cómo podemos lograrlo? Mediante el autocontrol, la oración, el arrepentimiento, y una completa devoción a seguir los caminos de Jesús en nuestras vidas diarias. A cambio, Dios ve nuestro potencial, nos renueva continuamente con el agua viva del Espíritu y nos libera continuamente de la culpa y la vergüenza. En imitación de la pureza de María y Jesús, somos purificados para poder nutrir los dones que nos permitirán crecer en la vida cristiana.
Elizabeth T. Massey (Liz) se jubiló como trabajadora social clínica licenciada en el área geriátrica. Le gustan los museos, la ópera, el arte culinario, y conversar con sus amigos acerca de los Estados Unidos y el mundo.